Las migraciones son dinámicas complejas que conectan de múltiples maneras las sociedades de origen con las sociedades de destino. 

Los inmigrantes, mientras intentan integrarse en sus nuevos lugares de residencia, mantienen vínculos de distinta índole con sus países de origen, dando lugar a un fenómeno denominado transnacionalismo migratorio. Este relacionamiento que trasciende las fronteras estatales se hace efectivo gracias a la existencia de densas redes interpersonales laborales, familiares y de amistad, entre otras, que se construyen y alimentan permanentemente.

El transnacionalismo migratorio tiene múltiples dimensiones: social, política, económica, cultural, etc. Las reflexiones de estos párrafos girarán en torno al ámbito político de esta dinámica, que tiende a otorgar nuevos significados al concepto y al ejercicio de la ciudadanía.

Los inmigrantes se mantienen en contacto con el quehacer político del lugar del que provienen de distintas formas. Una de las más estudiadas es la participación en los procesos electorales de sus Estados de origen, en el caso de los países que han habilitado el voto en el exterior para sus ciudadanos. Otras menos investigadas se refieren a la participación no electoral, como la denominada homeland politics o política diaspórica, a partir de la cual se manifiestan respecto de la política interna o exterior del país de origen; emigrant politics, que son demandas hacia los gobiernos de origen referidas a su estatus de migrantes (demandas de esquemas de inversión favorables, exención de impuestos, etc., en el país de origen) y local-local politics, relacionadas con la búsqueda de mejora del ámbito local de origen [1].

Varias de estas actividades se expresan, con frecuencia, a través de la protesta social; los latinoamericanos en España no son la excepción. Si bien actualmente la cantidad de migrantes provenientes de dicha región se ha estancado e incluso reducido por causa de la crisis socioeconómica, éstos se encuentran aún entre los colectivos de inmigrantes cuantitativamente más importantes de este país europeo.

Los ejemplos de protestas dirigida hacia sus países de origen son numerosos: grupos de ecuatorianos que se manifestaron en Madrid rechazando la contaminación causada por la petrolera Chevron-texaco en la Amazonia ecuatoriana (2013); colombianos que protestaron en varias ciudades por los altos costos de los servicios que deben pagar en los consulados de Colombia en España (2013); venezolanos que se manifestaron en la capital madrileña rechazando las políticas del presidente Nicolás Maduro (2013); residentes brasileños en Sevilla que llevaron a cabo una manifestación de apoyo a las intensas movilizaciones sociales que se vivieron este año en aquel país (2013); paraguayos que protestaron en Barcelona por los hechos de Curuguaty, los cuales derivaron en la destitución del entonces presidente Fernando Lugo (2012); bolivianos que se manifestaron en Madrid a favor y en contra del Gobierno de Evo Morales (2012); chilenos movilizados en Barcelona y Madrid en apoyo a las protestas estudiantiles de su país (2011), entre otros muchos casos.

Autores que han analizado la movilización social de inmigrantes latinoamericanos explican desde distintas perspectivas por qué éstos se manifiestan en torno a la política de sus países. Unos señalan que las comunidades de origen continúan siendo los principales referentes identitarios de los migrantes[2], otros indican que éstos protestan con el propósito de influir de alguna manera en la política de su país. Otra lectura indica que muchas veces los migrantes se encuentran en condiciones de invisibilidad y explotación, y la acción colectiva es una forma de poner en conocimiento de las autoridades (tanto de los países de origen como los receptores) sus demandas y necesidades[3].  Asimismo, algunos de los grupos de migrantes son parte de redes políticas transnacionales que se movilizan en función de los objetivos de las mismas. De esta manera, la movilización política hacia el país natal tiene que ver también con “ambiciones políticas de los líderes de los migrantes y las agendas de los Estados, gobiernos y partidos políticos tanto del país de origen como del de residencia”[4].

Estas prácticas políticas de transnacionalismo migratorio obligan a repensar el concepto tradicional de ciudadanía, entendida genéricamente como un estatus de igualdad del que gozan los individuos de un determinado Estado, siendo los derechos, las obligaciones y el sentimiento de pertenencia los tres pilares fundamentales de dicha noción.

Por un lado, las dinámicas de la migración hacen que el Estado-nación deje de ser el marco único en el que se practica la ciudadanía. Muchas personas ejercen derechos y obligaciones simultáneamente en las sociedades receptoras y en las sociedades de origen, o luchan para poder ejercer tales derechos[5]. Lo mismo ocurre con el sentimiento de pertenencia: mientras los migrantes continúan teniendo como referentes identitarios a sus países de origen, simultáneamente construyen lazos en la nueva sociedad de la que son parte; las personas puedan tener más de una identidad nacional, sin que éstas sean excluyentes.  Así, el transnacionalismo migratorio obliga a dejar de lado el “nacionalismo metodológico”[6] que ha caracterizado tanto el abordaje del tema de la ciudadanía como el estudio de las migraciones.

Por otro lado, la participación política se ejerce a través de una diversidad de mecanismos que superan y cuestionan continuamente aquéllos establecidos por la institucionalidad estatal, tanto en lo que respecta a los países de origen como a los de recepción, como la protesta social. La ciudadanía tradicional se ve igualmente cuestionada en términos de su individuocentrismo: las movilizaciones y protestas sociales son prácticas que se llevan a cabo colectivamente.

Finalmente es necesario señalar que uno de los factores determinantes en el ejercicio de estas nuevas formas de ciudadanía son las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC): la posibilidad de que los inmigrantes puedan simultáneamente ser partícipes de la vida política de su país de origen y del país receptor se debe en gran medida al fácil, rápido y poco costoso acceso a la información. Las TIC y la infinidad de posibilidades comunicacionales que ofrecen no son solamente un instrumento sino que se constituyen en sí mismas en espacios de acción, manifestación y participación política (es el caso de las redes sociales), tema que, en la actualidad, está siendo abordado por diversos investigadores y analistas.

Jimena Avejera


[1] Østergaard-Nielsen, E. 2009, “La política a través de las fronteras: reflexiones sobre la dimensión transnacional de la participación política de los migrantes”, Migración y participación política. Estados, organizaciones y migrantes latinoamericanos en perspectiva local- transnacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid

[2] Hinojosa, A. 2008. “España en el itinerario de Bolivia. Migración transnacional, género y familia en Cochabamba”, Las migraciones en América Latina. Políticas culturas y estrategias. CLACSO, Buenos Aires

[3] Però, D. 2009, “Las movilizaciones políticas de los latinoamericanos en Londres”, Migración y participación política. Estados, organizaciones y migrantes latinoamericanos en perspectiva local- transnacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid

[4] Østergaard-Nielsen, 2009, “La política a través de las fronteras …”, p. 25

[5] Isin, E. 2009, Citizenship in flux: The figure of the activist citizen, The Open University, Walton Hall, Milton Keynes

[6] Velasco, J.C. 2009, Transnacionalismo migratorio y ciudadanía en mutación, “Claves de razón práctica” Nº 197, Madrid; Østergaard-Nielsen, 2009, “La política a través de las fronteras …”