Los muy limitados resultados obtenidos en la primera ronda de negociaciones de la Conferencia Ginebra II y, lo que en un principio, pareció una negativa de las partes a encontrarse en una segunda, alejaban la esperanza de alcanzar una solución diplomática al dramático conflicto sirio.

 A esto se le sumaban las ya escasas expectativas de partida que la opinión general concedía a este intento de salida negociada.

Sin embargo, se trata de la primera ocasión, tras casi tres años de conflicto, en que las partes acceden a sentarse en la misma mesa, no sin mostrar enormes reservas, prodigarse en constantes descalificaciones y amenazas de abandonar la conferencia antes siquiera de dar comienzo. Es por esta razón que la comunidad internacional, el enviado especial de la ONU a Siria, y todos los gobiernos y organismos implicados en la negociación, lejos de desanimarse, deben perseverar en esta línea y dedicar todos los esfuerzos necesarios para buscar nuevos acuerdos, al menos con el fin de garantizar progresos en el terreno de la acción humanitaria.

Así, si hay algo positivo que concluir acerca de la primera ronda, no es sólo la evacuación ya en marcha de los 2.500 civiles que viven asediados en Homs desde el comienzo del conflicto, gracias al acuerdo de alto al fuego temporal. Es evidente que se trata de una medida de alcance muy insuficiente en un conflicto de las dimensiones y complejidad que éste presenta, y cuya puesta en marcha no está quedando exenta de altercados y acusaciones de boicot por ambas partes. El logro fundamental, no obstante, reside en que podría suponer un primer paso hacia la construcción de una relación de mayor confianza entre las partes, y ese es, precisamente, el punto clave sobre el que pueden apalancarse conquistas futuras.

De momento, y contra todo pronóstico, las partes se están encontrando de nuevo en la segunda ronda de negociaciones, aunque sin resultados hasta la fecha. Más allá de eso, hablar de alguna clase de conquista parece pecar de un exceso de optimismo, pero no se puede dar esta vía por perdida, ¿por qué?

Desde luego, no sería acertado afirmar que la respuesta al gran dilema que plantea la crisis en Siria, pueda encontrarse en la Historia. Sin embargo, resulta siempre interesante realizar un ejercicio de retrospectiva. Y es que en lo que se refiere a la resolución de crisis humanitarias, sí parece existir una serie de fórmulas que, aunque no de aplicación directa, pueden entenderse eficaces en crisis con características comunes. Por lo tanto, no estamos hablando aquí de medidas para la resolución de conflictos sino de lecciones útiles para abordar las inevitables consecuencias humanitarias de estos, como buen punto de partida para caminar hacia la resolución de los mismos.

Apoyándonos en el análisis de The International Peace Institution, podemos extraer elementos transferibles de otras experiencias con las siguientes características: la implicación de otros organismos internacionales y actores externos concernidos por el conflicto; el marco de la preexistencia de organizaciones de cooperación regional -aunque conviene tener en mente que La Liga Árabe cedió el sitio de Siria a la Oposición Nacional Siria (Coalición Nacional Siria) en Marzo de 2013 y que la Organización de la Conferencia Islámica suspendió al país de la organización en Agosto de 2012-; y la agravante del marcado carácter sectario del conflicto.

Los factores transferibles que deben ser tenidos en cuenta como lecciones son los siguientes:

1.     Para que las respuestas sean efectivas, es crucial que las partes con intereses en el conflicto tengan implicación directa y liderazgo en las mismas, creando un sentido de propiedad del proceso. Aunque suene obvio, no es algo necesariamente espontáneo, por lo que las actores externos, más allá de prestar ayuda humanitaria por su cuenta, juegan un papel fundamental en incentivar a los implicados en la región a que esto ocurra. Para ello, hará falta ejercer la presión suficiente y aportar la ayuda técnica necesaria, dejando margen para que las partes del conflicto y los actores regionales con implicación en el mismo desarrollen esa propiedad del proceso. Es el primer paso para la construcción de la tan beneficiosa cooperación.

2.     La existencia de Organizaciones Regionales previas provee de un marco institucional adecuado desde el que una respuesta regional puede ser diseñada e implementada. Además, concretamente para Siria, La Liga Árabe y La Organización de la Conferencia Islámica, han desarrollado recientemente su estructura para gestión de emergencias humanitarias. Sería muy conveniente que el diseño de las respuestas se hiciera de forma conjunta en este marco y que desarrollaran una única voz ante la comunidad internacional. Sin embargo, el problema que agrava el ya de por sí complejo escenario de voces dentro de estas organizaciones, reside en que éstas han dejado de contar con el Gobierno Sirio, como consecuencia precisamente de sus actos en esta Guerra.

3.     Una respuesta a la crisis humanitaria informada por criterios objetivos y basados en la evidenciacomo la vulnerabilidad, y que aplique un enfoque de objetivos específicos, comenzando por los menos conflictivos. De este modo, con la consecución de resultados tangibles en cuestiones concretas y de objetiva emergencia, se puede conseguir despolitizar de forma progresiva todo lo que esté relacionado con la necesidad de la ayuda humanitaria. En Siria, un enfoque que ponga la dirección de esa respuesta humanitaria en función de los grupos más vulnerables, como niños, mujeres o ancianos -en lugar de usar criterios como la localización geográfica de los grupos-objetivo que está claramente ligado al control de las zonas por los actores combatientes –  puede ser menos conflictivo y promover el desarrollo de esa necesaria cooperación entre ambos bandos.

4.     Complementariedad entre el desarrollo de las negociaciones en el nivel político o alto nivel, y el nivel de expertos, de modo que las respuestas concretas cuenten con el compromiso político necesario para su implementación.

En resumen, la experiencia nos muestra que la cooperación, con el objeto de encarar las necesidades humanitarias más inmediatas, puede llevar a instituir un círculo virtuoso de mayor entendimiento y confianza entre los principales grupos enfrentados en el conflicto. Tal y cómo ocurrió en la guerra de los Balcanes, la cooperación también podría ser útil en Siria, tanto para atajar los problemas más urgentes de la crisis humanitaria, como también en forma de instrumento que incrementara la construcción de un cierto nivel de confianza entre las partes.

Por todo esto, y tal y como ya han indicado algunos de los actores internacionales implicados en las negociaciones, a pesar de que la segunda ronda de la Conferencia se cierre en blanco, no se puede cejar en esta vía. La búsqueda de nuevos y aunque limitados acuerdos de acción humanitaria, pueden suponer ese punto de inflexión que la experiencia histórica nos muestra. Y para ello la comunidad internacional y todos aquellos actores externos con capacidad de ejercer influencia en la zona, harán bien en mantener esa implicación, dejando el lugar necesario para que sea la propia región quien ejerza el liderazgo en la toma de decisiones, pero mostrando un mix adecuado de ayuda y presión que motive el esfuerzo en la cooperación. Sólo de esta forma, podemos mantener la esperanza de una solución por la vía de la negociación, esperando que aunque no haya concesiones por ninguna de las partes en el plano político, puedan acercarse posturas para resolver la terrible situación de los desplazados internos y refugiados, y que esta suerte de cooperación pudiera llevar en algún punto a contribuir a la construcción de la paz en todo el territorio.

Marta González Labián