Tailandia respira desde finales del pasado mes de mayo una nueva atmósfera política, protagonizada por el ejército, que dio un Golpe de Estado con el pretexto de acabar con el clima de inestabilidad política que imperaba en este país del sudeste asiático.

La delicada salud del monarca tailandés, Bhumibol, y su avanzada edad (86 años) sugieren, sin embargo, que esta asonada militar va más allá de una simple voluntad de pacificar las calles y esconde la voluntad de controlar un proceso de transición incierto una vez se produzca el fallecimiento del monarca tras 68 años en el trono de Tailandia.

Una singladura en la que ha emergido como hombre fuerte el General Prayuth Chan Ocha, que podría mantenerse al frente del país más allá de los pocos meses prometidos, hasta que considere que deja bien amarrado el futuro político de la segunda potencia económica del sudeste asiático.

Se puede considerar que el origen de esta nueva situación política se empezó a gestar el mes de noviembre del año pasado. Por estas fechas empezaron las protestas en la capital tailandesa -muy similares a las ocurridas en 2006 que terminaron con la salida del gobierno y del país de Thaksin Shinawatra- que desembocaron en mayo con la toma del poder por parte de los militares, tras unos comicios celebrados en febrero y posteriormente anulados por un “golpe judicial” –como definieron los partidarios del gubernamental partido Puea Thai de la primera ministra Yingluck Shinawatra, la decisión del Tribunal Constitucional- que precedió al golpe militar del General Prayuth, que debería pasar a la reserva en septiembre.

Desde aquel 22 de mayo, en que el ejército acabó con el gobierno de la primera ministra Yingluck Shinawatra, el General Prayuth Chan-Ocha ha dado todos los pasos para legitimarse en poder. Primero, asumió el liderazgo de la junta militar, denominada formalmente Consejo Nacional para el Mantenimiento de la Paz y el Orden. Después, se convirtió, el pasado 21 de agosto, en Primer Ministro interino tras recibir 191 votos a favor en el nuevo Parlamento (interino) tailandés, convirtiéndose así en el vigésimo noveno mandatario que dirige Tailandia, siendo el decimosexto de origen militar.

Tras este nombramiento, refrendado por el Rey Bhumibol, se espera que forme en las próximas semanas un gobierno interino que incluiría a los principales dirigentes de la junta militar. Dicho gobierno interino, deberá contar con 35 miembros y 250 integrantes del Consejo encargado de llevar a cabo las reformas anunciadas, así como garantizar la posterior celebración de elecciones en el país.

En palabras del propio Prayuth, este Ejecutivo nacerá con fecha de caducidad. Su único propósito debería ser el de acometer las reformas políticas, sociales y económicas necesarias para pacificar el país y dar paso a la celebración de elecciones en 2015.

Pero… ¿Quién es Prayuth Chan-Ocha y qué papel va a jugar en el tablero tailandés?

El General Prayuth Chan-Ocha de 60 años, actual jefe del Ejército, es un militar de carrera, que comenzó su andadura castrense en el grupo de “Los Tigres Orientales”, también conocido como la prestigiosa “Guardia de la Reina”.

Su figura empezó a tener cierta notoriedad a partir de 2006 –fecha del anterior golpe militar que acabó con la deposición de Thaksin Shinawatra, hermano de la ex primera ministra Yingluck Shinawatra- al desempeñar el cargo de segundo comandante de la Primera Área del Ejército. Promocionado tras el golpe, Prayuth fue nombrado Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra y también adjunto honorario del Rey Bhumibol Adulyadej.

Además de ostentar todos estos cargos en el ejército tailandés, el general Prayuth Chan Ocha obtuvo en el 2006 un acta de diputado, convirtiéndose en miembro del Comité de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y entró a formar parte de la junta de la compañía estatal de electricidad. A partir de 2010, logró convertirse en director del Banco militar de Tailandia.

Tras tomar el poder en mayo, Prayuth se ha convertido asimismo en un fenómeno televisivo en el país asiático, al tener su propio programa de televisión semanal que lleva por nombre “Returning Happiness to the People” (devolviendo la felicidad a la gente). En esta emisión da su opinión sobre los temas que afectan al país, desde la reforma de la policía al precio del rambután (una fruta muy popular en la región) y anuncia además las medidas adoptadas por la junta militar.

Este programa, de unas dos horas de duración, ofrece también un espacio llamado “psicología social”, desde el cual Prayuth comenta los valores que deberían tener los tailandeses, o lo que es lo mismo, imparte doctrina para “Thaisizar” el país. Alega que todos los problemas actuales de Tailandia vienen dados por las diferentes creencias y actitudes de la población y por ello cree que es necesario ajustar sus valores y actitudes para que así los tailandeses vuelvan a ser sonrientes, amables, éticos…

A pesar de estas formas incruentas con que los militares ejercen el poder, existe una sensación extendida entre la sociedad tailandesa de que este golpe militar tiene más recorrido que los anteriores, a pesar de las promesas de un pronto retorno a la democracia. Una opinión alimentada en gran parte por la avanzada edad de los monarcas tailandeses, pero sobre todo debido a su frágil estado de salud. Una situación que sugiere, por lo tanto, que Prayuth mantenga el poder por más tiempo del previsto, con la excusa de prevenir cualquier situación de caos en Tailandia.

Un escenario que no se descarta en un país profundamente monárquico, debido a que no está claro el nivel de aceptación con que cuenta el sucesor al trono, el príncipe heredero Vajiralongkorn, que recientemente ha inaugurado el nuevo Parlamento, frente a su hermana, la princesa.

¿Cómo se ha llegado a esta situación en Tailandia?

Existe en Tailandia una gran polarización política entre los terratenientes del sur y la élite de Bangkok frente al resto de país, mayoritariamente pobre y rural. Esta polarización, se ha puesto de relieve desde principios de los años 2000, con la llegada al poder del magnate tailandés de las comunicaciones, Thaksin Shinawatra.

En 2006, tras una serie de manifestaciones y contra manifestaciones entre los “camisas amarillas” (conservadores abanderados bajo el color de la realeza) y los“camisas rojas” (defensores de los gobiernos progresistas de Thaksin), se produjo un Golpe de Estado perpetrado por Boonyaratglin, sustituido posteriormente por el general Chulanont, en el poder hasta que se celebraron nuevas elecciones en 2007.

Desde ese Golpe de Estado, que puso fin a quince años de democracia continua, Tailandia vive sumida en una crisis política que enfrenta a los sectores más conservadores del país con los más liberales y progresistas, agravada por el temor al futuro incierto que pueda suponer el fallecimiento del soberano Bhumibol, que reina desde 1946. Una longevidad que hace que muchos tailandeses no hayan conocido otro monarca y no puedan imaginar el país sin él.

Alba Ambrós