Fernando Maura, diputado en el Parlamento Europeo por Unión, Progreso y Democracia, partido político español inscrito en el grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa, es entrevistado por Salvador Llaudes en el marco de su visita a la sesión plenaria de la semana del 15 de diciembre en Estrasburgo.

– ¿Por qué y cuándo empieza a dedicarse a la política?

Básicamente hay una razón, y tiene que ver con mi familia. Desde hace ya 3 generaciones o más tenemos una cierta tradición política. Especialmente a partir de mi bisabuelo, que fue 5 veces presidente del consejo de ministros en el Reinado de Alfonso XIII, y esto dejó una impronta muy importante en la familia. Uno de sus hijos fue ministro del último reinado de Alfonso XIII y otro del primer gobierno de la República. La siguiente generación también tuvo a otro Maura, que era Jorge Semprún, quien fue ministro con Felipe González. A mí la política siempre me apasionódesde que tengo uso de razón, en mi casa siempre se ha hablado de ello. De hecho, en la época universitaria yo fui delegado de mi clase desde 2º curso de Derecho hasta 5º. He trabajado políticamente desde entonces.

– ¿Diría que a lo largo de su vida política se han cumplido los objetivos que se ha planteado?

Yo estoy satisfecho del recorrido. Lo importante no es tanto el objetivo como el camino que vas recorriendo, la gente con la que te vas encontrando, y también la que vas dejando en el camino. Estoy satisfecho básicamente conmigo mismo porque, habiendo vivido varios momentos decisivos, creo que no he optado por lo fácil.

– Dentro de su recorrido político es particularmente interesante el momento de creación de Unión, Progreso y Democracia. ¿Qué les movió a ello?

Hace 7 años, en una reunión que celebramos en un hotel de San Sebastián, me senté con Rosa Díez y ella se refirióen ese debate que tuvimos a la polémica que generaba en España la política de negociación de Rodríguez Zapatero con ETA. Yo señalé que eso era algo muy importante y dije que a mí me parecía muy significativo también que la política española estaba muy cerrada y que la capacidad de regeneración política a través de alternativas diferenciadas había muerto en España una vez que Aznar había fallado en una cosa tan clave como era la separación del poder judicial con respecto del poder ejecutivo, un planteamiento que ya había instaurado el PSOE cuando Alfonso Guerra decía eso de “Montesquieu ha muerto” y que Aznar, a pesar de que aparecía en su programa, no fue capaz de revertir. Entonces, el nuevo proyecto tenía que partir de la base no solo de la no negociación con los asesinos sino también la creación de un plus que era la acometida de la regeneración democrática. Es verdad que la solución final que se le ha dado al problema del terrorismo es lamentable, pues los asesinos están prácticamente paseando libremente por las calles. También creo que el aspecto de la regeneración democrática no ha cobrado todo su esplendor 7 años después.

– Y sin embargo parece que UPyD no ha sabido capitalizar esta petición ciudadana por una regeneración democrática.

No. Hubo un tiempo en que UPyD era la única referencia en este sentido. La verdad es que después, con la llegada del fenómeno de Podemos, este partido se ha adueñado claramente de dicho planteamiento, quedando UPyD claramente desplazado, a pesar de que UPyD está haciendo esfuerzos titánicos por mantener esa seña de identidad, como con la campaña “desenchufa al corrupto”.

– Ese desplazamiento del partido, ¿qué significa de cara al futuro? Están surgiendo otras iniciativas que ocupan un espectro similar al de UPyD como es el caso de Ciudadanos. ¿Es previsible que haya un cierto tipo de convergencia?

Ciudadanos era un partido regional hasta las elecciones europeas, en que se convierte en uno nacional, con 2/3 de sus votos fuera de Cataluña y con la mitad de los votos que tenía UPyD. Tras el artículo de Sosa Wagner en El Mundo se fija un documento por parte de UPyD para negociar con “otras” fuerzas políticas, un documento de máximos, tan exigente que muchos hemos pensado que solamente se pactaría con un partido exactamente igual que UPyD, se pactaría con su misma imagen en el espejo. Se rompen en un momento dado las conversaciones entre ambos partidos y yo creo que no hay nada más.

– ¿Es posible que dado que no va a haber esa convergencia haya un sorpasso por parte de Ciudadanos a UPyD?

Yo creo que es muy posible. Hay dos fenómenos clave tras el 25 de mayo: 1) Exigencia de que cambien las políticas; 2) Exigencia de que cambien los políticos.

Se produce una modificación de las caras de quienes están en la primera línea política desde las elecciones europeas. El PSOE, IU cambian de líderes, emerge Podemos y abdica el Rey. El PP, por su parte, no cambia porque estágobernando. Tampoco cambia UPyD. Rosa Díez es una persona a la que le reconozco muchísimo valor, capacidad de riesgo y el éxito indudable de haber puesto en marcha algo dificilísimo en España, además sin ningún recurso económico importante. Muchos otros lo han intentado y no lo han conseguido, además con muchos más recursos económicos. Sin embargo, ha llegado un momento en que todos tenemos que ser conscientes de que toca ceder el testigo. Podemos aportar muchas cosas, como nuestra experiencia, a las nuevas generaciones, pero también entender que nuestra posición debe estar más bien en la retaguardia y en una cierta posición de consejo más que de protagonismo.

– En ese contexto se puede entender su presencia en el acto de diciembre del Movimiento Ciudadano en Madrid. ¿Es factible a medio plazo que este movimiento gane un espacio político considerable?

Yo creo que hay un espacio político que existe entre la vieja política del PP y el PSOE, por una parte, y Podemos. Yo siempre defino este espacio como el de la regeneración democrática con un profundo respeto institucional. Hay que cambiar muchas cosas en este país, pero ese espacio que defiendo que existe, ni puede estar con los que no quieren cambiar ni puede estar con los que no sabemos muy bien qué quieren hacer con los votos que reciban. Es importante consolidar ese espacio político con toda la fuerza que puede tener porque yo creo que ahí hay mucha gente. Gente en el centro, que cambia su voto en función de la elección, gente desencantada en el PP y en el PSOE, y también gente que a lo mejor el 25 de mayo votó a Podemos por un voto de castigo al sistema.

– ¿Qué diría que no funciona hoy en día entre representantes y representados?

No hay corriente de confianza. Esto se modifica a través de la seriedad de comportamiento de los políticos y de su cercanía a los ciudadanos. El político se debe posicionar como persona al servicio de la ciudadanía, y esto no debe ser retórica en ningún caso. Debemos estar para eso. Debemos ser honestos, transparentes. Debemos recoger los ejemplos de buenas prácticas que nos vienen desde Europa y aplicarlos en nuestro país.

– ¿Cómo se explica que haya menos desconfianza de cara a Europa que a las instituciones de nuestro país?

España sigue siendo uno de los pueblos europeos que tiene más seguridad de que la idea de Europa es tan fundamental que si queremos hacer algo en un mundo tan complejo como el que tenemos, en este mundo tan globalizado, si queremos ser actores con capacidad de hacer cosas, tenemos que hacerlo desde un ámbito europeo. Si no, nos podemos despedir de contar algo en el mundo. En cualquier caso, es cierto que la salud de las instituciones europeas ha sufrido un cierto desgaste.

– También hay voces hoy en día que cuestionan la idea de que es necesario una mayor presencia de la UE en nuestros días. ¿Cómo se le convence a un euroescéptico de que está equivocado en sus planteamientos?

El problema no está solamente en que el euroescéptico pueda estar de alguna manera distanciado de la idea de Europa, sino que la propia idea de Europa está distanciada respecto de lo que había sido el proyecto europeo. Muchas veces las propias instituciones europeas no están tan cerca de los ciudadanos, a pesar de que se hacen esfuerzos notables. Es verdad que muchas cosas no se conocen y que no hay un discurso suficiente por parte de la UE. Los partidos políticos tenemos que hacer un esfuerzo para que las decisiones que se toman en el ámbito europeo respondan a intereses europeos. Por ejemplo, en los últimos meses, ha habido dos decisiones completamente contaminadas por política nacional: la elección del Presidente de la Comisión, en la que el PSOE y mi propio partido han planteado la elección de Juncker en términos absolutamente nacionales, lo cual es lamentable; y lo mismo ha pasado con la votación a la propia Comisión. Esto no ayuda. Por lo demás, hay que hacer mucho trabajo, mucha pedagogía, hay que multiplicar los encuentros con los ciudadanos.

– ¿Cuáles son los retos más importantes a los que se enfrenta la Unión Europea en la actualidad?

Un aspecto clave es la consecución del Mercado Interior, para lo que aún falta mucho. Además, hay que hacer una apuesta clara y definida por el federalismo europeo, que es una cuestión asimismo clave para España. Tenemos la “mala” costumbre de avanzar paso a paso, y esto en el espacio global en el que nos movemos es insuficiente. Cada vez que nosotros damos un paso, otros dan un salto. El peligro es que, si no lo somos ya, nos podamos convertir en un bello parque temático, con nuestros museos, nuestras playas, y no contemos en el mundo.

– Por último, ¿cómo seducimos a los jóvenes para que se impliquen en la política?

Yo creo que los jóvenes ya están tomando el testigo. El hecho de que se produzca un cambio generacional en la dirección de la política ya es un síntoma de acercamiento, pero sobre todo lo que tenemos que hacer es llevar a los jóvenes al debate político para que sea de verdad fresco y produzca alternativas. Especialmente en los últimos años en España el debate era totalmente ficticio: un señor de un partido diciendo “yo te critico a ti, por ser de otro partido”, y el otro sale a la palestra diciendo lo mismo en relación a las carencias del primero, sin generar un debate real en el que podamos afrontar que hay similitudes entre los debatientes, pero también destacar las diferencias operativas que conducen a proyectos diferenciados entre unos y otros, sin insultar la inteligencia de los ciudadanos. Muy probablemente lo que haya que impulsar, en este nuevo mapa político, con estas nuevas caras políticas, es una Segunda Transición para España, que permita que todo lo bueno que tuvo la anterior, pero también todo lo malo que se ha ido generando, pueda ponerse lo uno en valor, y lo otro descartado para el futuro.

– Muchas gracias, Fernando.