La segunda vuelta de las elecciones a la Presidencia de Croacia deparó un cambio en el poder.

 La candidata de la Unión Democrática Croata, Kolinda Grabar-Kitarovic, vencía con un 50.7 por ciento de los votos al hasta entonces Jefe de Estado, Ivo Josipovic, del Partido Socialdemócrata.

El mensaje de Josipovic durante la campaña, basado en la mejoría económica para salir de la recesión, no caló en la ciudadanía, conviertiéndose así Grabar-Kitarovic en la primera mujer en alcanzar la Presidencia en Croacia –segunda en los Balcanes tras la kosovar Atifete Jahjaga-. El resultado también significaba el viraje ideológico en la Jefatura de Estado: se pasaba del centroizquierda del Partido Socialdemócrata al centroderecha de la Unión Democrática Croata.

Ateniéndonos a las circunstancias del entorno y a las cifras que salían reflejadas del recuento electoral del 11 de enero son tres los motivos que parecen haber suscitado este cambio. En primer lugar, la situación económica del país tras la legislatura de Josipovic es muy débil. Por ello, mientras que al Partido Socialdemócrata le ha pesado la losa del pasado, Grabar-Kitarovic se muestra como una nueva cara y defiende dentro de los principios de sus políticas el desarrollo económico de Croacia.

En segundo lugar, además de las cuestiones económicas, el perfil del electorado se convirtió en un factor decisivo. El reparto de votos de los croatas censados en sus fronteras resultaba equitativo; sin embargo, el 91 por ciento de los votantes de la diáspora se decantó por votar a la candidata de la Unión Democrática. La crisis y los altos niveles de paro han provocado una nueva ola de emigración de croatas, que probablemente perjudicados por tener que abandonar sus casas han sentenciado, políticamente hablando, a los representantes del Gobierno y al, hasta la fecha, Presidente.

La tercera de las causas del cambio en la Presidencia sale a la luz si hacemos un ejercicio de comparación entre los resultados de la primera vuelta y los de la segunda. En aquella, Josipovic venció con un 38 por ciento de los votos, un punto por encima de Grabar-Kitarovic. Pero no fue esto lo que llamó más la atención: como tercera fuerza más votada aparecía la candidatura del joven anarquista Ivan Sincic, partidario de romper vínculos con la Unión Europea y con la OTAN. Sincic, que obtuvo un 16 por ciento de votos, pidió a sus electores tras la primera vuelta de los comicios que se abstuvieran, y el voto que en principio parecía que se iba a relanzar al Partido Socialdemócrata por razones de ideología, se quedó en el limbo, convirtiendo en decisiva a la cuarta fuerza política, la derechista Amanecer Croata.

No parece que la nueva Presidenta herede un legado provechoso. Croacia lleva desde 2009 en recesión y su deuda pública es un 75 por ciento de su PIB. Además, el Gobierno no tiene pleno poder de decisión en lo referente a las políticas económicas y presupuestarias: desde que están en Europa, y con el objetivo de adoptar la moneda única, han perdido margen de maniobra. Por otra parte, el comunismo dejó una anquilosada administración pública que sigue pendiente de una restructuración con la intención de agilizar los trámites burocráticos de los ciudadanos.

Otro de los retos que tiene que afrontar Grabar-Kitarovic son las altas cifras de desempleo, que han pasado del 9 por ciento en 2008 al 19 por ciento de la actualidad, con especial énfasis en las tasas de paro juvenil, que alcanzan casi el 50 por ciento. Este es uno de los principales dramas del país: una nueva generación joven con preparación universitaria que no tiene posibilidad de acceder al empleo cualificado y que, por ende, se ve avocada a emigrar a otros países de la Unión Europea.

Pero no son en estos comicios donde se decide el verdadero futuro de la población. Croacia es una democracia pluripartidista en la que el poder legislativo reside en un Parlamento unicameral y el Presidente de la República tiene poderes cuasi-simbólicos –Jefe de Estado y Jefe Supremo del Ejército-. La victoria de la candidata conservadora puede provocar una brecha entre la Presidencia y el Gobierno, que lidera el Primer Ministro socialdemócrata Zoran Milanovic. En consecuencia, donde verdaderamente podrá conocerse la actual situación política del país será en las próximas elecciones parlamentarias, previstas para finales de 2016 pero que tras la llegada a la Presidencia de Grabar-Kitarovic podrían ser adelantadas.

Tomislav Karamarko es la esperanza de la Unión Democrática para tomar el Ejecutivo. La retórica incendiaria de este partido tiene ciertas reminiscencias a los años 90, lo que levanta escepticismo en una ciudadanía croata que quiere olvidar esta época. Por lo tanto, no parece que la formación conservadora vaya poder alcanzar mayoría absoluta en las próximas parlamentarias; pero a su vez, no se quiere legitimar a una fuerza política que no ha sabido responder a la crisis económica. Esta disyuntiva es la que marcará el devenir de la elección del siguiente Gobierno de Croacia.

Curro Sánchez