En apenas 5 días finalizará el presente gran ciclo electoral estadounidense (2012-2014), y, casi inevitablemente, nos lanzaremos hacia la vertiginosa carrera que supondrán las primarias republicanas y demócratas para las presidenciales de 2016.

Este próximo 4 de noviembre se celebran las elecciones de mitad del segundo mandato de Obama, de las que ya venimos hablando desde hace un tiempo. Recordemos las características de las mid-term: se renueva toda la Cámara de Representantes (435, de los cuales sólo unos pocos están realmente disputados), un tercio de los escaños del Senado (además de las special elections que correspondan) y un gran número de gobiernos estatales. Por las características del sistema multinivel estadounidense, estas elecciones, sin ser tan mediáticas como las presidenciales, revisten una importancia fundamental a medio y largo plazo; de igual forma, y a corto plazo, tendrán unas implicaciones muy a tener en cuenta. Por ello, vamos a centrarnos en algunos elementos a tener en cuenta:

1- El rol de los independientes: como vimos anteriormente, hay varios independientes que pueden hacer temblar parte de los cimientos del sistema político estadounidense. Si bien es cierto que a lo largo de la historia política americana ha habido varios independientes en diferentes niveles, el actual Senado podría quedar conformado por 96 electos de los partidos mayoritarios y 4 independientes que, si formasen su propio caucus (una suerte de grupo parlamentario), tendrían una inmensa influencia en un contexto de mayorías endebles de alguno de los dos partidos. Además, a medio plazo, si los experimentos de Greg Orman en Kansas o de Larry Pressler en Dakota del Sur funcionan (como ya ha funcionado el de Angus King en Maine) y son elegidos, puede ser una pauta a seguir en otras circunstancias, especialmente ante el hastío que la ciudadanía americana muestra ante el partidismo y sus principales líderes. Parece que Pressler, antiguo senador republicano, no conseguirá su objetivo principal en Dakota del Sur, pero es muy probable que Greg Orman sea electo, por lo que la carrera electoral en Kansas es una de las que más se seguirán el día de las elecciones. La incógnita, además, es grande, ya que ambos han dicho que no han decidido con qué partido se coaligarán, aunque han dicho que están dispuestos a trabajar con el Presidente, lo que no significa estrictamente pertenecer al caucus demócrata.

2- El destino de los demócratas sureños: otrora la columna vertebral del Partido Demócrata, hoy quedan muy pocos demócratas en los Estados del Sur, al menos en el ámbito de la Cámara de Representantes y el Senado. A pesar de causas coyunturales concretas de 2014, está por ver si la pauta que se viene observando cada dos años continúa y los demócratas sureños siguen disminuyendo en el Congreso Federal. En la Cámara, el único representante demócrata blanco de todo el Estado de Georgia, John Barrow (Georgia-12), parece bien posicionado para revalidar su escaño, pero por muy poco, mientras que Nick Rahall (West Virginia-3) es dado por perdedor por muchas encuestas, y otros demócratas sureños se están retirando. Sólo queda la incertidumbre que reflejan las encuestas en algunos distritos, como el 2º de West Virginia, el 2º de Arkansas o el 2º de Nebraska, donde parece haber buenas oportunidades. En el Senado, en cambio, todo apunta a que los sureños Pryor y Landrieu van a perder en Arkansas y Louisiana, y la retirada de Rockefeller de West Virginia se entiende como un escaño ganado por los republicanos, en manos de Shelley Moore Capito. A pesar de la batalla planteada por Allison Lundergan Grimes en Kentucky contra el Senador McConnell, parece que no será suficiente. Parece que solamente la Senadora Hagan, y más por razones del cambio demográfico de Carolina del Norte y de una campaña muy centrada en asuntos estatales, podrá sobrevivir en un Estado relativamente sureño, y aún así está en una competición muy reñida.

3-Gobernadores: si hay otro sector de la política americana que da candidatos a la Presidencia además de los senadores, ese es el de los Gobernadores de los Estados. Lo más relevante es que el clima nacional afecta menos en estas campañas que en las campañas senatoriales, por lo que, paradójicamente, a pesar del buen año electoral republicano que se avecina, los demócratas son competitivos en Kansas, Arizona o Georgia, tradicionalmente republicanos (y, mezclados con un independiente, en Alaska). Contrario sensu, hay posibilidades de que republicanos moderados se hagan con el gobierno de Estados como Illinois, Massachusetts o Connecticut. Además, hay grandes Estados en juego, especialmente relevantes en las presidenciales, como Colorado, Michigan o Florida (no hay más que recordar las elecciones a Presidente de 2000 y el rol que el control del Gobernador de un Estado como Florida puede jugar). El equilibrio de fuerzas en este ámbito es importante, y parece relativamente favorable a los demócratas, lo que supone un banquillo muy relevante para el futuro.

4- Runoffs: el día 4 no van a acabar las elecciones. Debido a la legislación electoral de determinados Estados, si un candidato no consigue el 50%+1 de los votos ha de procederse a una segunda vuelta. Dos de los escaños en juego, uno ostentado por cada partido en la actualidad pero con posibilidad de que cambien de manos, pertenecen a Louisiana y a Georgia, donde dicho sistema electoral puede hacer que el Senado permanezca en manos demócratas o cambie a manos republicanas en diciembre… o en enero de 2015. Las encuestas apuntan que la Senadora Landrieu, demócrata de Louisiana, perderá el escaño frente a un republicano, pero no en primera vuelta debido a la división del partido republicano. De igual modo, los sondeos apuntan a que el escaño en liza de Georgia entre Michelle Nunn (demócrata hija de un Senador muy querido en el Estado) y David Perdue (empresario republicano que no ha tenido cargos políticos y sobrino de un antiguo Gobernador), que virtualmente está empatado, no se resolverá a favor de ninguno de ellos el día 4, en tanto ninguno aparece cerca del 50% de los votos. Parece, por tanto, que los demócratas y los republicanos seguirán invirtiendo dinero en ambas campañas, desplazadas temporalmente del día D, lo que puede desincentivar la participación de determinados sectores o, en caso de que todo se juegue en esos escaños, aumentar exponencialmente el clima de competición partidista y favorecer tendencias socio-demográficas contrarias a las que el día de las mid-term se ponen en marcha. Casos hay de todo tipo (la segunda vuelta de Georgia 2008 es un ejemplo favorable a los republicanos, pero una sensación de urgencia podría movilizar a determinados demócratas).

5- ¿Está acabado el Tea Party?: frente a los ciclos de 2010 y 2012, el Tea Party ha fallado en el reclutamiento de candidatos. Todas las primarias que plantearon a Senadores y candidatos mainstream en el Senado han fallado salvo, parcialmente, las de Iowa y Arkansas (en la cual los nominados Ernst y Cotton reúnen también el apoyo de los sectores moderados y empresariales del partido). En la Cámara han conseguido vencer a algún que otro Representante (alguno muy destacado, como Eric Cantor, ex majority Leader), pero no en un número sustancial. En cuanto a sus favoritos en las elecciones a Gobernador, están en graves problemas la mayoría de ellos (especialmente LePage en Maine, Corbett en Pennsylvania, Brownback en Kansas y Walker en Wisconsin). Todo ello es consecuencia de un hecho diferencial: frente a la aceptación tácita en 2010 y la pasividad poco sostenible en 2012, los sectores moderados y pro-bussiness del GOP han apostado claramente por defender a los suyos, con un poderoso apoyo financiero, lo que ha frenado la dinámica mencionada. Ello puede hacernos pensar algo clave: la fuerza del Tea Party es consecuencia de una minoría ruidosa muy organizada frente a una mayoría disgregada. Las tornas han cambiado.

6- El futuro: 2016. El día 5 de noviembre comienza el gran ciclo electoral de las presidenciales, especialmente relevantes en tanto el Presidente Obama cumple con sus dos mandatos posibles, por lo que ambas primarias serán competitivas. Del lado demócrata parece que Hillary Clinton es la front-runner, pero caben sorpresas, especialmente si algún Gobernador (O’Malley de Maryland, Cuomo de New York o Dayton de Minnesota) o Senador (Warner de Virginia, Gillibrand de New York, Kobluchar de Minnesota, o Booker de New Jersey) carismático va avanzando poco a poco, y Clinton, finalmente, decide no presentarse. En el lado republicano nos encontramos ante un hecho similar, pero sin un favorito hasta el momento, aunque las elecciones de 2014 pueden aupar a algunos y frenar a otros: si no hay ningún Gobernador que obtenga un resultado muy notable, Chris Christie tendrá muchas posibilidades en el ámbito moderado, salvo que Susana Martínez, Gobernadora de Nuevo México, sea capaz de combatir por esa parcela del voto, como también podría hacer Brian Sandoval (Nevada). Más a la derecha, si Walker sobrevive en Wisconsin tendrá opciones, aunque también las tendrán los Gobernadores Kasich (Ohio), Haley (South Carolina) o Jindal (Louisiana). Lo mismo podemos decir de potenciales candidatos a completar el ticket partidario como aspirantes a la Vicepresidencia. El cambio de mayorías en el Senado puede favorecer que determinados senadores pasen a tener un papel más o menos relevante mediáticamente, lo que ayuda o dificulta la nominación, al igual que ganar o perder la Mansión de Gobernador en 2014, por lo que 2016 depende mucho de lo que suceda en unos días.

Y un corolario: nada va a cambiar a corto plazo en la política americana. Con una Casa Blanca demócrata hasta 2016 y una Cámara de Representantes que seguirá dominando (salvo que absolutamente todas y cada una de las encuestas y análisis estén equivocados) el partido republicano, poco importa que el Senado esté en unas manos u otras, salvo en casos constitucionales muy concretos (que fallezca un juez de la Corte Suprema y haya que negociarlo con los republicanos en lugar de hacerlo directamente vía caucus demócrata, por ejemplo). La legislación relevante de la era Obama está enterrada por el Speaker Boehner, y dos cámaras republicanas verían como el veto de Obama es usado con más frecuencia si intentan pasar legislación propia. Serán dos años perdidos por un bloqueo que no va a variar, máxime cuando se tratan de los dos últimos años de un Presidente que tiene una popularidad que ronda el 40% y una valoración neta negativa (tal y como George W. Bush). Que los demócratas pierdan el Senado, por tanto, no tendrá muchos efectos sobre la situación política del momento. Con una salvedad: el Congreso es, de lejos, la institución peor valorada por la ciudadanía americana (sus líderes Boehner, Pelosi, Reid, y McConnell tienen un apoyo casi insignificante), por lo que un control republicano total puede favorecer a los demócratas en 2016, que pueden acusar a los republicanos de hacer un país ingobernable y no querer negociar nada con el Presidente Obama, como apuntan algunos analistas. Además, la situación es pendular: si el desastroso resultado de 2014 es espejo de los buenísimos resultados demócratas en 2008 (año electoral del “Yes, we can”, recordemos), 2016, año de elecciones presidenciales en las que el voto es mayor por parte de sectores más proclives a votar demócrata, puede ser espejo de 2010, un año de excelentes resultados republicanos incluso en blue states como Wisconsin, Illinois o Pennsylvania, por lo que una mayoría republicana exigua (52-48 e incluso 53-47) puede volverse rápidamente a manos demócratas, especialmente si hay un gran apoyo al ticket presidencial demócrata, que, a pesar de los graves problemas que ha generado el redistricting de 2010, podría incluso conllevar grandes ganancias demócratas en la Cámara, mayoría incluida.

José Antonio Gil Celedonio